Básicamente, son tres los problemas principales. Y uno de ellos es que existen otras alternativas.
Hasta el año 2012, había una sola opción de maternidad que pudiera ser ofrecida a las pacientes con factor uterino absoluto: optar por la selección de un vientre subrogado. Sin embargo, a partir de esa fecha, investigadores Suecos realizaron el primer trasplante exitoso de útero a una mujer, que condujo al nacimiento de un bebé sano formado en el cuerpo de una paciente que, de lo contrario, debía resignarse a la imposibilidad del desarrollo de un feto en su vientre.
A la par de investigadores estadounidenses que iniciaron procedimientos experimentales para la realización de estos trasplantes, un equipo científico argentino probó hacer lo propio en el país. Fue así como en 2016 el jefe del equipo médico sueco, Mats Brännström y uno de sus integrantes Pernilla Dalhm Kahlr fueron invitados al país para contar su experiencia y formar al personal obstétrico del Hospital Italiano en las técnicas elementales de esta intervención quirúrgica. En aquella ocasión, los argentinos Sergio Papier, presidente de la Asociación Latinoamericana de Medicina Reproductiva (ALMER) y Sebastián Gogorza, jefe del departamento de Ginecología del Italiano, practicaron con éxito la extracción y recolocación del útero en una oveja, como paso previo a lo que, se pensaba, podía ser el inicio de un protocolo médico dirigido a realizar el tratamiento en humanos.
Aunque en su momento el doctor Papier fue el primer partidario del acercamiento a la práctica del trasplante uterino en Argentina, hoy asegura que es mucho el camino que queda por andar para siquiera pensarlo como una posibilidad en los centros de salud del país. En entrevista con Océano Medicina, el experto ofreció su mirada y algunas precisiones sobre la factibilidad de este procedimiento:
—¿A qué distancia estamos de que pueda realizarse el primer trasplante de útero en una mujer en Argentina?
—Más lejos de lo que yo pensaba. Yo hace dos años, cuando invité a Mats Brännström a Argentina y nos enseñó a todos el alcance del trasplante uterino, hicimos el trasplante en una oveja en el hospital italiano y yo pensaba que de ahí a cinco años iba a ser posible. Soy un optimista crónico y ellos venían con una experiencia buena y buenos resultados. Yo entendía que esto se tenía que hacer en hospitales privados donde ya tienen mucha experiencia en trasplantes y por eso pensaba que iba a avanzar rápidamente, al menos poder implementarse de manera experimental y en humanos. Lamentablemente eso no fue así, pero no solamente en Argentina o en la región sino también en todo el mundo, porque no es fácil implementar un programa de trasplante uterino.
—Para usted, ¿cuáles son los motivos que dificultan es práctica en el país?
—Yo entiendo que básicamente son tres los problemas principales. Uno es que existen otras alternativas. Si lo ves, en países donde está prohibida la gestación por sustitución (es decir, el útero subrogado o la gestación solidaria) son países donde más posibilidades tienen para desarrollar esta técnica porque no tienen otra opción. Un ejemplo de ello es Suecia. Sin embargo, en la Argentina, justo cuando se empezó a hablar del tema, la gestación por sustitución se empezó a hacer más, y no porque exista una Ley que lo autorice, sino porque empezó a ser más común. Actualmente, hay 25 casos judicializados con fallos favorables y seguramente va a haber muchos más. Entonces la gestación por sustitución hecha en el país o hecha en el exterior empezó a ser una alternativa para el tratamiento del factor uterino absoluto o de lo que se conoce como infertilidad estructural, que sería un hombre solo o una pareja de hombres que quieren formar una familia. La gestación por sustitución le ganó a esa iniciativa de trasplante uterino que es experimental y va a llevar mucho más tiempo en convertirse en una opción real.
Después, están todos los problemas locales para implementar esto: hospitales donde hacerlo, o lo referido con el Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) y para esto se necesita una clara decisión estatal para llevarlo a cabo, cosa que a mi entender no se pudo lograr.
El otro problema es la donante del útero. La experiencia del grupo sueco ha sido con donantes vivas sometidas a una cirugía que lleva en promedio diez o doce horas para extraerle su útero, con lo cual lograr que una donante dé su órgano y se exponga todo ese tiempo a una cirugía no es fácil, salvo que nos pongamos en manos de los suecos que realmente lo hacen muy bien. Porque la verdad es que, después, todos los intentos que se trataron de hacer fuera del grupo sueco no fueron tan exitosos. Yo entiendo que, para que se pueda hacer, si bien tiene algunas dificultades, se debiera buscar trabajar sobre donantes calavéricas, al igual que otros trasplantes; eso creo que cambiaría mucho el avance de esta técnica.
Precisiones médicas
De acuerdo con el doctor Papier, quien también ejerce como director del CEGyR, las características que definieron en el equipo sueco para la donante ideal precisan que la mujer tenga menos de 60 años, sin enfermedades sistémicas, que ya haya tenido embarazos previos (pero no más de tres), no tenga sobrepeso, no haya sido sometida a una cirugía abdominal mayor, no tenga antecedentes de cáncer y que haya manifestado con claridad su consentimiento previo. Para el momento del encuentro en Buenos Aires, titulado “Trasplante uterino, de la utopía a la realidad”, los doctores suecos habían conseguido el nacimiento de siete bebés sanos en su territorio, de una muestra de nueve mujeres seleccionadas, de las cuales cinco de ellas recibieron el útero de sus madres, tres de familiares directas y la otra de una amiga.
Papier continua:
—La evaluación psicológica fue muy buena en todos los casos. Para entender la complejidad de esto, hay que pensar que no solo se necesita de una buena técnica quirúrgica sino también de un buen laboratorio de fecundación in vitro. Primero lo que se hace es un tratamiento de fecundación in vitro, se obtienen los embriones y se congelan, después se procede a hacer el trasplante del útero y se le mantiene un año para asegurarse de que no rechace el útero y a partir de ahí se empieza a transferir el embrión. Un proceso largo, por lo que en países como EE.UU., donde la gestación por sustitución está permitida en casi todos los estados, y algunos por ley, seguramente optarán por ella. La única traba de la gestación por sustitución es la económica, porque tiene un costo aproximado de 100 mil dólares, por lo menos. Parece el camino es más sencillo y claro por ese lado.
Sobre las características de la receptora, Papier también explica el requerimiento base de que la mujer tenga adecuada salud física y psíquica, con factor uterino absoluto, deseo de maternidad y adecuada información sobre otras formas de ser madre. La operación a esta paciente se extiende en promedio por cuatro horas en Suecia. Precisa también la instalación de una pequeña sección de la vejiga, así como del ajuste de las venas que conducirán el torrente al nuevo órgano
—¿Cuáles son los principales riesgos que podría conllevar para la futura madre la realización de este trasplante?
Los riesgos quirúrgicos asociados a cualquier trasplante así como los inherentes a la medicación inmunosupresora, pero a eso hay que sumar, además, los riesgos inherentes a cualquier embarazo. Todo esto con la ventaja de que es un trasplante reversible, en el sentido de que, en Suecia, una vez que se ha logrado el nacimiento del bebé, le es extraído el útero a la madre, con lo cual no necesita continuar de por vida con la ingesta de la medicación.
—¿Y podría resultar riesgoso para el feto estar expuesto a los inmunosupresores?
Hay algunos riesgos descritos, pero hay una tendencia de permitir embarazos en trasplantadas, no uterinas, sino renales u otras, con lo cual aparentemente esos riesgos son mínimos.
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