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Opinion

“Es muy probable que en los próximos años enfrentemos una epidemia de enfermedad cardiovascular”

Por Pedro Forcada, doctor en Medicina, cardiólogo y especialista en hipertensión arterial y mecánica cardiovascular.

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Por Pedro Forcada, doctor en Medicina, cardiólogo y especialista en hipertensión arterial y mecánica cardiovascular.

A comienzos del último milenio (2000) la Federación Mundial del Corazón, con el apoyo de la OMS, dispuso celebrar el día Mundial del Corazón el 29 de septiembre de cada año, ya que la enfermedad cardiovascular había sido responsable de 17 millones de muertes anuales. Así, se constituyó en la primera causa general de mortalidad, responsable de una cada tres muertes a nivel mundial. Para ponerlo en perspectiva, la temible pandemia por COVID-19 ha producido cuatro millones y medio de muertes. Se espera que la enfermedad cardiovascular llegue a 30 millones en 2030, si no se producen cambios.

El objetivo de este día es el de realizar todo tipo de actividades tendientes a dirigir la atención sobre la enfermedad cardiovascular. Crear consciencia en la población general y el personal de salud para favorecer su diagnóstico y prevención. Y entonces, reducir la tremenda carga de mortalidad, y también de invalidez, que esta enfermedad genera.

Situación en Latinoamérica

Particularmente en los países en vías de desarrollo, como la mayoría de Latinoamérica, la situación es mucho más grave. La transición epidemiológica se suma a un aumento de la expectativa de vida, no acompañado por desarrollo sanitario adecuado. También el impacto de las enfermedades crónicas no transmisibles (enfermedad cardiovascular y cáncer) añadidos a las patologías del subdesarrollo (como desnutrición y enfermedades infecciosas). Solo las enfermedades crónicas no transmisibles son responsables de más de las dos terceras partes de las muertes e invalidez en la región.

Dentro de las enfermedades cardiovasculares, tiene un papel preponderante la producida por la obstrucción aterosclerótica de las arterias. Particularmente en territorios críticos como el corazón, el cerebro, los riñones y las extremidades. Consecuencia de este daño se produce la muerte directa o por deterioro progresivo (como insuficiencia cardíaca, cerebral, renal o enfermedad vascular periférica).

Factores genéticos y epigenéticos

El desarrollo de la aterosclerosis (depósitos de colesterol en la pared arterial) está largamente precedido por la arteriosclerosis (endurecimiento de la pared arterial). Esto es resultado de factores genéticos, la elevación de la presión arterial, alteraciones del colesterol y la diabetes. Y epigenéticos, como fumar, mala alimentación, falta de ejercicio, descanso, stress y el sobrepeso u obesidad. Estas conductas insalubres son resultado en muchos casos de la interacción del individuo con su medio y entorno social, resultando en una respuesta maladaptativa a condiciones de vida adversas, que favorecen la enfermedad cardiovascular tanto o más que los factores de riesgo principales (cuadro 1).

Cuadro 1

Para fines de 1800, en plena era industrial, se identificó a la obstrucción de las arterias por aterosclerosis como causa de la enfermedad. A mediados de 1900 se relacionó el desarrollo de la misma con los factores de riesgo mayores como hipertensión, colesterol elevado, diabetes, fumar, obesidad y sedentarismo.

En la última parte del primer milenio se dieron los principales avances para desobstruir las arterias como el puente arterial (by-pass) y la dilatación por balón (angioplastía) de las lesiones. Y también los grandes avances farmacológicos para tratar los factores de riesgo y a la enfermedad aterosclerótica en particular.

Solo a fines del pasado milenio y comienzos del actual se atacó realmente la raíz del problema, tomado impulso la prevención cardiovascular.

Detectar candidatos a desarrollar la enfermedad

Inicialmente consistía en detectar a los pacientes con factores de riesgo y tratarlos. Recientemente, se persigue un objetivo más ambicioso, encontrar a los sujetos susceptibles de desarrollarlos o incluso prevenir en su descendencia que estos se expresen. Esto podría ser el camino para reducir realmente la enfermedad aterosclerótica. Lo que significa que inicialmente se trataba de ancianos enfermos, luego de adultos en riesgo y ahora detectar en jóvenes y niños los candidatos a desarrollar la enfermedad.

Dadas las características de la vida actual (problemas económicos, mala alimentación, estrés ambiental y sobrecarga laboral), es un gran desafío enfrentar una prevención cardiovascular adecuada basada en hábitos de vida saludable. Estos hábitos serían no fumar, hacer ejercicio, alimentación saludable e higiene del sueño. También controles médicos periódicos para prevenir, diagnosticar y corregir los factores de riesgo. Detectar y corregir el impacto negativo de los aspectos psicosociales como el estrés, la depresión, el aislamiento social y la pérdida del propósito en la vida.

A este desafío se ha sumado la pandemia de COVID-19, ya que los enfermos cardiovasculares son más susceptibles a la infección y las complicaciones. La pandemia ha pospuesto el control de la enfermedad cardiovascular ya existente. Dificultó el diagnóstico de la enfermedad nueva y sus consecuencias, debido principalmente a las medidas de aislamiento y el miedo. Finalmente, ha generado enfermedad emergente por el impacto cardiovascular del COVID.

Es muy probable que en los próximos años de pospandemia enfrentemos una epidemia de enfermedad cardiovascular aún mayor, quizás solo superada por los problemas psiquiátricos emergentes.

Conclusión

En conclusión, la enfermedad cardiovascular tiene un impacto sanitario muy importante. Es un trastorno causado por factores que se pueden prevenir y controlar. Incluso aunque la dolencia esté desarrollada o complicada, también puede tratarse.

Lograr una mejor calidad y expectativa de vida es inversamente proporcional al grado de desarrollo de la enfermedad aterosclerótica. Por lo tanto, es mucho mejor prevenirla que tratar sus complicaciones (y mejor hacerlo a edad temprana que avanzada).

Por todo esto, nunca será más vigente el antiguo dicho: “Más vale prevenir que curar”.

Cómo prevenir la enfermedad cardiovascular

Controles médicos periódicos (por lo menos, anualmente), especialmente si:

1- Tiene antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, en especial a edad temprana.

2- Presenta factores de riesgo cardiovascular.

3- Presenta síntomas sugestivos de enfermedad cardiovascular: falta de aire, dolor precordial, dificultad para caminar, hinchazón de piernas o signos de déficit neurológico (dificultad para hablar o movilizar alguna parte del cuerpo).

Medidas preventivas

1- Controlar y tratar los factores de riesgo cardiovascular.

2- Alimentación cardiovascularmente saludable (reducida en calorías, sal, hidratos de carbono y grasas).

3- Mantener un peso adecuado.

4- Dejar de fumar.

5- Hacer ejercicio aeróbico regular (caminar, bicicleta, bailar o nadar).

6- Adecuada higiene del sueño (en tiempo y calidad).

7- Atender los factores de riesgo psicosociales (estrés, depresión, aislamiento social y pérdida del propósito en la vida).

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Fuente/s:

World Health Organization, in collaboration with the World Heart Federation and the World Stroke Organization: Global Atlas on Cardiovascular Disease Prevention and Control. Global Atlas on cardiovascular disease prevention and control. Editors: Shanthi Mendis, Pekka Puska and Bo Norrving (2017). ISBN: 978 92 4 156437 3. Yusuf S, Reddy S, Ôunpuu S, et al: Global Burden of Cardiovascular Diseases Part I: General Considerations, the Epidemiologic Transition, Risk Factors, and Impact of Urbanization. Circulation 2001;104:2746-2753. Kones R: Is prevention a fantasy, or the future of medicine? A panoramic view of recent data, status, and direction in cardiovascular prevention. Ther Adv Cardiovasc Dis 2011; 5(1): 61-81 Wong ND, Black HR, Gardin JM:  Preventive Cardiology. 2a Ed. Ed Mc Graw Hill. 2005 Nueva York, EE UU. Houston M: Medicina Cardiovascular Integral. Personalizada y de Precisión. Ed Anejo. Buenos Aires Argentina. (2020) ISBN 978 987 4090 41 6 Rozanski A: Behavioral Cardiology: Current Advances and Future Directions. J Am Coll Cardiol 2014;64:100–110.

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