La visión acerca del vínculo en la consulta médica en los últimos años, durante el último Congreso Internacional de Ginecología y Obstetricia.
El último Congreso Internacional de Ginecología y Obstetricia, organizado por la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA), fue realizado de manera virtual a fines de mayo del 2020. El Dr. Jorge Luis Firpo, médico de vasta experiencia (ex presidente de SOGIBA, ex profesor adjunto de obstetricia en la UBA), expuso su interesante visión acerca de la evolución del vínculo en la consulta médica en los últimos años.
La salud es una de las mayores aspiraciones del ser humano. Este hecho, vuelve a la relación médico-paciente un vínculo verdaderamente significativo que se encuentra en constante mutación. La aparición de nuevas tecnologías médicas han ido desplazando a las prácticas manuales, generando pérdida de contacto entre un médico y sus pacientes.
Por otro lado, el alto flujo de información y propaganda médica han aumentado las expectativas que los pacientes presentan en sus consultas.
Anteriormente, se veía al vínculo con el médico como una relación activo-pasiva. El médico cumplía mayormente un rol protector, paternalista. Con el tiempo, las pacientes fueron tomando mayor protagonismo en sus consultas, participando en conjunto con el médico en la toma de decisiones. Este tipo de transformación es natural, no es criticable. Ambos tipos de relación coexisten y cada paciente puede necesitar que el médico cumpla un rol específico. Este hecho demanda mayor empatía por parte del médico a la hora de construir el vínculo con sus pacientes.
Por otra parte, las exigencias del sistema de salud disponen tiempos cada vez más acotados para la consulta. Menos tiempo para generar el vínculo y poder tomar decisiones acertadas hacen que aumente la cantidad de derivaciones a otros profesionales y genera en las pacientes dudas acerca de su condición.
La satisfacción de la paciente deriva de la calidad y cantidad de información que recibe en la consulta. Ellas necesitan espacio y tiempo. El médico debe expresarse en tono suave y comprensivo y presentar una escucha activa.
En las últimas décadas, fueron surgiendo diferentes corrientes que difundieron formas de atender al parto que escaparan al método hospitalario convencional. A pesar de carecer de fundamentos científicos comprobados, dichas corrientes generaron gran expectativa en las embarazadas, quienes comenzaron a criticar a sus obstetras. Entre estas corrientes podemos encontrar:
Parto humanizado (parto respetado): se define como una forma de atender el parto en la cual se privilegia la voluntad de la mujer, realizando intervenciones únicamente cuando se consideren estrictamente necesarias. El objetivo es que se genere un espacio familiar donde la mujer y el bebé sean protagonistas. El nacimiento debe darse de la forma menos intervenida posible, sin actos quirúrgicos innecesarios. Esta definición, indica la manera en que un obstetra se tuvo que manejar siempre a lo largo de la historia. Intenta generar la idea de que la mayoría de los obstetras no actúan de forma correcta. Hablar de violencia obstétrica cuando un profesional toma una acción preventiva es degradante. No se debe confundir tomar una acción prematura (el profesional desconoce las posibilidades del resultado) con tener una intervención temprana y preventiva. Las acciones tardías en obstetricia generalmente son ineficaces y suelen terminar en tragedia.
Para volver a ganar la confianza y traer tranquilidad a las pacientes, los médicos deben seguir tres principios fundamentales: escuchar a las pacientes, apoyarlas y explicarles con claridad. Se debe entender que la consulta no es solo una examinación, sino también un momento para que las pacientes transmitan sus inquietudes. Hay que escuchar sin juzgar y poder desmitificar los preconceptos que pueden traer las pacientes. No contestar de inmediato, priorizar dar información de valor.
La pandemia de COVID-19 ha producido una verdadera contingencia sanitaria. Existen muchas regiones mal preparadas, con escasos recursos y sin la capacitación necesaria para una atención clínica especializada. Los médicos son humanistas por naturaleza, aceptan poner en riesgo de su propia vida por el deber de asistir. Pero la escasez de recursos, la falta de seguridad sanitaria en centros de atención y la existencia de protocolos inadecuados, no solo aumentan el riesgo de vida del médico, sino también de la paciente y su bebé.
El equipo de protección (barbijo, guantes, camisolín) resta intimidad en la consulta. Exige un mayor esfuerzo por conformar a las pacientes, demostrarles que todo el empeño del médico esta puesto en una solución a su problema de salud. Su intención siempre es cuidarla.
El médico no debe dejar que la pandemia lo prive de una correcta y completa examinación. La paciente que llega a la consulta probablemente no haya visto ningún médico antes, debido al miedo que genera acercarse al sistema de salud. El ginecólogo u obstetra, debe mirar más allá de su especialidad para convertirse en médico generalista. Tener siempre presente que pueden existir patologías agregadas que excedan su campo y que el contacto de la paciente con el sistema de salud representa una oportunidad única para investigar.
Otro punto a tener en cuenta es que la situación actual restringe el tiempo de comunicación. El médico debe ser conciso, claro y descartar tecnicismos complejos. La función del profesional de salud es eliminar, corregir o atenuar la angustia de las pacientes. Debe guiarlas, alentarlas y, en una situación como la pandemia, consolarlas. Al retirarse, las pacientes deben sentir que han tenido una visión médica integral, que han sido escuchadas y examinadas exhaustivamente. De esa manera estarán conformes, tranquilas y se sentirán mucho más seguras.
Agencia CTyS
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