La médica sexóloga Maya Marini desarrolla, en un nuevo Día de la Salud Sexual, los objetivos centrales y sus diferentes esferas involucradas en la misma.
Cada 4 de septiembre se celebra mundialmente el Día de la Salud Sexual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como: “Un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales. A su vez, la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia”.
Es frecuente que, al pensar en salud sexual, nos enfoquemos en una de sus esferas más difundidas, que es la salud reproductiva. También, en el último tiempo ha tomado mayor relevancia la educación sexual, la diversidad y la perspectiva de género. Además de la sanción de diferentes leyes vinculadas, concretamente, a los derechos involucrados con la sexualidad de la personas.
La definición de la OMS de salud sexual es muy amplia y abarca muchos conceptos, pero exactamente: ¿A qué nos referimos cuando hablamos de salud sexual? ¿Cuáles son las esferas concretas que se abarcan en esta definición?
En el año 2018, la OMS emitió un informe con un enfoque operativo sobre la salud sexual y sus diferentes esferas involucradas, tomando siempre como objetivo central el bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad.
Plantea que hay 6 principios transversales fundamentales, a los que denomina Principios Rectores, que se deben incorporar en todas las intervenciones relacionadas con la salud sexual. Estos también pueden servir como criterios de evaluación con los que se podría valorar tales intervenciones.
En esta oportunidad, me gustaría hacer hincapié en los dos últimos Principios Rectores, ya que la sexualidad en general es una temática de la salud que los profesionales poco abordan fuera del marco de la salud reproductiva. Lo cierto es que, habitualmente, los pacientes tienen otras inquietudes y preocupaciones sobre su salud sexual a lo largo de su vida. Los profesionales podrían resolverlas de manera simple durante una consulta, sin necesidad de una derivación a un especialista, ya que habitualmente no representan una disfunción sexual en sí misma.
El problema real surge, en muchas ocasiones, debido a que el personal de salud necesita capacitación en este área específica. Sin dejar de lado un marco científico basado en la evidencia. Que, además, incluya un abordaje transversal, sociológico, biológico, humano y cultural. Recordando que cada paciente es único, como así lo es su contexto afectivo vincular, lo que hace que su sexualidad también lo sea.
Organización Mundial de la Salud
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