Un reciente estudio realizado en México da mayor relevancia a patologías consideradas frecuentes.
Desde hace tiempo se postula una relación existente entre infecciones de etiología diversa y complicaciones cardiovasculares. Diversas investigaciones han dado cuenta del rol de algunos patógenos, tales como la bacteria Chlamydia pneumoniae o los virus herpes simple. Las infecciones pueden afectar los vasos sanguíneos y generar arterioesclerosis por acción directa sobre el tejido vascular, o bien hacerlo por vía indirecta gracias a la la liberación de mediadores responsables de inflamación sistémica.
Se cree que aquellas patologías que desencadenan un cuadro de inflamación crónica persistente presentan un mayor impacto. Un reciente estudio de investigadores mexicanos, publicado en la revista PLOS ONE, determinó que mujeres con infecciones comunes y recurrentes tienen una mayor probabilidad de presentar complicaciones cardiovasculares debido a este mecanismo fisiopatológico.
Priscilla Espinosa Tamez aparece como primera autora del artículo realizado de manera conjunta por investigadores del Tecnológico de Monterrey y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Durante el período 2012-2016, analizaron 1946 mujeres con 50 años de edad en promedio. No presentaban antecedentes de complicaciones cardíacas o neurológicas vinculadas a arterioesclerosis, ni alguna otra condición capaz de desencadenar inflamación crónica sistémica.
Todas las participantes respondieron un cuestionario estructurado acerca del número de infecciones respiratorias, urinarias y vaginales padecidas durante el año previo. Además, por medio de una ecografía carotidea, se les determino el índice íntima-media carotídeo. Dicha medición permite establecer la presencia de un mayor riesgo para padecer complicaciones cardiovasculares.
Teniendo en cuenta el total de infecciones combinadas, alrededor de un 12.7% de las mujeres manifestaron no haber tenido episodios en el año previo. Mientras que un 20% manifestó haber presentado un evento durante ese mismo período. Por último, el 67.3% de las participantes registró, en el cuestionari, dos o más infecciones. En aquellas mujeres con mayor número de episodios se detectaron, más frecuentemente, registros de hipertensión arterial, además de valores más elevados en el citado índice íntima-media carotídeo obtenido por ecografía.
En este último grupo se determinó un 91% más de probabilidades de sufrir eventos cardiovasculares, siempre en comparación con aquellas que no registraron infecciones en el año previo.
Los resultados obtenidos no alcanzaron la significancia estadística, pero lograron reflejar una tendencia positiva. Al analizar por separado los diversos sitios de infección, dicha tendencia no fue objetivada en el caso de las infecciones vaginales. Para los autores, esto puede ser explicado debido a que dichas infecciones son fúngicas y superficiales. Generan inflamación local y a diferencia de los cuadros respiratorios o urinarios no desencadenan un compromiso sistémico.
Como se comentó, varios estudios previos han indagado la asociación que existe entre la infección por patógenos específicos y enfermedad cardiovascular. Pero, según los autores mexicanos, debido a dificultades en el registro epidemiológico estos no han tenido en cuenta infecciones comunes. Gran parte de estos cuadros suelen resolver espontáneamente y no generan consultas a los sistemas de salud.
Los nuevos datos obtenidos van en sintonía con aquellos que proponen una relación directa entre el numero de infecciones, la aparición de inflamación sistémica crónica y el mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares. No hacen otra cosa que jerarquizar la cuantificación de patologías comunes, a veces desapercibidas, pero cada vez más relevantes para la progresión de la arterioesclerosis.
PLOS ONE
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